lunes, 15 de diciembre de 2008

La lista Quijote

Justamente el sector financiero, que es el responsable máximo de la depresión económica actual y del deterioro de las expectativas reales de muchos ciudadanos y empresas, es el destinatario de los ingentes paquetes de rescate diseñados por los gobiernos con el dinero de los ciudadanos. Ante semejante despropósito, presento la “Lista Quijote”, un conjunto de medidas que por razonables y adecuadas, serán tachadas de utópicas. ¿Volverán los molinos de viento a descabalgar a Quijote?

por JOSE LUIS MANCHÓN – “El Faro Crítico”

Hacía tiempo que desde muchos ámbitos se estaban oyendo voces críticas que ponían en cuestión el modelo económico y de progreso de las llamadas sociedades de consumo. El sistema finalmente ha colapsado desde dentro víctima de su propia codicia. “Especulación” es la palabra que mejor podría definir al vehículo que se ha utilizado para llevar a la “Economía de Mercado Capitalista” hasta el límite del abismo y sobrepasarlo. Las medidas para incentivar el consumo que están aprobando los gobiernos y las masivas “donaciones” de dinero público destinadas a los responsables del desastre, lo único que van a provocar es un embalsamiento en el tiempo de una situación que finalmente acabará por romper cualquier muro de contención.

En unas cuantas decenas de años, el capitalismo ha conseguido poner la vida del planeta al borde de la ruina, en un ejercicio de irracionalidad y codicia difícil de explicar que ha desembocado en un reparto enormemente desigual de la riqueza. El Banco Mundial fija en 2 dólares la manutención por persona y día, límite que una vez sobrepasado define a la población pobre. Y un dólar para determinar la pobreza extrema. Casi la mitad de la población de todo el mundo, es decir, unas 2.800 millones de personas, vive con menos de dos dólares al día, según un informe de esta misma entidad. Por otra parte, según “La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza“ (UICN) en el informe anual de 2007, uno de cada cuatro mamíferos, un tercio de los anfibios, una de cada ocho aves y el 70% de las plantas están en situación de riesgo, habiéndose documentado ya la extinción total de 785 animales o vegetales.

Tampoco ha sido un sistema, el capitalista, que haya permitido un estado de bienestar mental mínimo para los individuos integrantes de las sociedades que se han estado desarrollando bajo su influencia. Hoy el estrés y la ansiedad son la primera causa de consulta médica o psicológica en estas sociedades. Un reciente informe de la Dirección General de Farmacia del Ministerio de Sanidad y Consumo español, reconoce que en sólo cinco años el consumo de ansiolíticos y tranquilizantes ha aumentado casi en un 40%. Vincular la felicidad del individuo a la acumulación de bienes materiales queda demostrado que no satisface.

¿Qué mas pruebas son necesarias para demostrar que el capitalismo es un sistema absurdo y suicida? ¿Por qué algunos se empeñan en refundar este sistema? ¿No sería mejor tirarlo directamente a la basura? Ya no basta con hacer las mismas cosas de forma más eficaz o controlada, es necesario reinventar y empezar a hacer las cosas de forma diferente. Con este colapso, se abre por lo tanto un periodo de reflexión y de cambios profundos del que saldrá necesariamente otra conciencia social y otra forma de estar en el planeta.

El alcance de las siguientes propuestas no es el diseño de un nuevo modelo social. Son propuestas razonables y razonadas que tratan sobre la necesidad de eliminar determinadas figuras que mientras existan, no van a permitir que ese otro mundo posible, más confortable para todos, y menos rentable para los de siempre, emerja.


Los siguientes puntos integrarían un hipotético acuerdo de mínimos entre naciones:

1. La abolición de estados conformados como paraísos fiscales.

El dinero para el sistema capitalista es siempre interesante, independientemente de si su origen es lícito o no. Bajo este paraguas sobreviven los llamados paraísos fiscales. Sistemas financieros amparados por un estado, que son permeables únicamente al dinero que llega, pero impermeables a la inspección internacional de capitales. El sistema global necesita blanquear el dinero en B, y esta es la forma más “elegante”.

Mientras en el G20, nuestros despistados ministros de economía, debaten ideas para salir del atolladero, existen más o menos 40 países que sobreviven holgadamente gracias al mantenimiento de un régimen fiscal ridículo. Según la OCDE, la fuga de capitales relacionadas con impuestos alcanza la meteórica cifra de entre 5 y 7 billones de dólares, una cifra que equivale al 13% del PIB mundial. En los últimos 20 años, el dinero que guardan estos países se ha multiplicado por seis.

No es permisible que mientras los estados se lanzan a rescatar a sus encumbrados sistemas financieros con dinero público, las entidades bancarias que reciben estas ingentes aportaciones mantengas filiales en paraísos fiscales. El riesgo de que el dinero simplemente desaparezca, parece grande.

El Observatorio de la Responsabilidad Social Corporativa (ORSC) ha presentado recientemente un dato realmente escandaloso. El 51% de las compañías del Ibex 35 tienen por lo menos una filial en paraísos fiscales. De las 18 empresas que han sido obligadas a reconocer la presencia de sus filiales en paraísos fiscales, casi la mitad son entidades financieras susceptibles de ser rescatadas. Las constructoras y las empresas energéticas también están muy bien representadas.

Creo firmemente que estamos en un escenario donde es perfectamente exigible la abolición de los paraísos fiscales. En dos pasos; no permitiendo que ninguna entidad financiera lleve a cabo transacciones transnacionales con entidades establecidas en estos territorios. Y como segundo paso y posterior al primero, dictar unas normas de aislamiento económico y político a nivel internacional para rebajar al máximo la motivación de determinados países a configurarse como paraísos fiscales.

Una última reflexión ¿En que cueva estará todo el dinero, que aparentemente ha desaparecido del mapa, en la supuesta crisis de liquidez que vivimos?


2. La regulación restrictiva de la inversión especulativa a corto plazo en cualquier mercado.

El mercado de renta variable y a futuros se ha convertido en un “casino” donde los inversores literalmente “juegan”, haciendo movimientos rápidos de dinero en el corto plazo. La rumorología, el tráfico de información privilegiada y el azar son los tres mecanismos más utilizados por este ingente y variopinto ejército, todos ellos hijos de la llamada “Cultura del pelotazo”. En el argot especulativo a esta estrategia de inversión se le llama “Ponerse a Corto”.

En definitiva, un entramado económico virtual desligado de la lógica de la economía real y que provoca no pocas veces la destrucción de determinados tejidos productivos a base de “apostar” al alza de precios de productos que finalmente revierten en el aumento de los costes fijos de producción, y la pérdida de competitividad del producto final.

La propuesta es fijar un límite mínimo de permanencia del dinero invertido no inferior a un mes, con posibilidad de retirar lo depositado a partir de este límite de tiempo, en cualquier momento. De esta manera se eliminaría del parquet al sector inversor más especulativo y más agresivo para la economía real. Volvería a haber conexión con la economía real.

3. La abolición de la actividad especulativa sobre bienes básicos necesarios para la vida digna de cualquier ciudadano.

La propuesta es conseguir un acuerdo internacional para que los alimentos, el agua, el aire y el territorio no puedan ser objeto de mercadeo especulativo. Es lo único que tienen aquellos que no tienen casi nada. Las consecuencias que se derivarían de una actividad especulativa masiva sobre cualquiera de los elementos anteriormente citados, serían catastróficas para la humanidad en general, y para la población más necesitada, en particular. Es conveniente reglamentar de una forma muy restrictiva los mercados a futuros de materias primas, ya que ha sido en este entorno donde se ha puesto en marcha la última y más peligrosa gesta del capitalismo especulativo. La “apuesta” de las grandes fortunas por el alza de precios de los cereales.

4. La eliminación del despilfarro energético

Aunque en este sentido la conciencia social está cambiando, a raíz de la mediatización del fenómeno “Cambio Climático”, aun así para muchos ciudadanos pareciera que el único impedimento a utilizar más el coche privado, consumir más, o subir unos grados la temperatura interior de nuestra casa, fuera el coste económico. Las empresas del negocio lo saben, y no hacen muchos esfuerzos, aparte de los cosméticos, para revertir esta situación. El negocio energético es seguramente el negocio más rentable, además de una gran fuente de ingresos por impuestos indirectos para los estados. Quedaría también en entredicho la motivación de los estados para aplicar medidas realmente restrictivas al derroche energético.

El coste medioambiental de la perduración en el tiempo de esta conciencia social tan irrespetuosa es difícil de medir. La energía que se consume actualmente en un porcentaje altísimo tiene que ver con recursos no renovables y muy contaminantes, con lo que se está comprometiendo la salud del planeta. Los efectos de la expoliación de los recursos naturales que dan sustento a tanto despilfarro son asumidos muchas veces, por sociedades contemporáneas a las nuestras, que no se aprovechan de los beneficios de utilizar esta energía, pero que si sufren sus peores consecuencias. También se compromete seriamente el bienestar y las posibilidades de desarrollo de las próximas generaciones. Asistimos a un ejercicio de egoísmo colectivo deplorable que es necesario modificar.


5. La regulación del tráfico de mercancías que actualmente son ilegales.

Existe un actor económico muy poderoso, pero ilegal, que se sustenta en el comercio de mercancías cuya regulación resultaría incomoda de abordar para las sociedades que las demandan. Estoy hablando de tráfico de personas destinadas a la prostitución, tráfico de drogas y en general, cualquier mercancía que por ser prohibida pero intensamente demandada, convierte su mercadeo en una oportunidad de negocio arriesgada pero con rentabilidades inmensas.

Las sociedades, al no querer hacerse cargo de las problemáticas enumeradas anteriormente favorecen la creación de una economía marginal, pero sumamente rica, que son controladas por mafias bien organizadas, algunas veces muy violentas, que acaban por conformarse como poderes fácticos paralelos a los estados donde actúan. El blanqueo de capitales, la corrupción política y la explotación de personas son algunas de las consecuencias más visibles, pero la lista es casi interminable.

No es tolerable, por ejemplo, que el consumo de estupefacientes que crece año tras año, esté fuera de control sanitario. No debiera ser posible que la prostitución sea el vehiculo de la marginalidad y la esclavitud de tantas mujeres. El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) revela que, por ejemplo, el cánnabis sigue siendo la droga ilegal más consumida en la UE, ya que aproximadamente uno de cada cinco (20%) europeos adultos lo ha probado al menos una vez en su vida. Respecto a la prostitución, el INE expone en su último informe que más de una cuarta parte de los hombres españoles de entre 18 a 49 años (un 25,78 por ciento) han hecho uso de la prostitución alguna vez en su vida.

La sociedad demanda, pero no regula. La problemática que se exacerba con tanta hipocresía es mucho más grave que la asunción responsable por parte de los estados de los problemas enumerados. Si somos sociedades preparadas para encontrar justificación a guerras preventivas y soportar su visionado en directo incluidos daños colaterales (muertos inocentes), estamos tan bien preparados para hacernos cargo de problemas estéticamente y éticamente menos duros.


6. La apuesta por una educación dirigida a poner en valor el “Ser” en perjuicio del “Tener” y la inclusión de un nuevo porcentaje de peso en el cálculo del producto interior bruto de un país: El índice de felicidad per cápita por individuo.

La educación ha virado en las últimas décadas hacia un modelo destinado a “fabricar” profesionales productivos para el engranaje económico y por otro lado, excelentes consumidores. La orientación del proceso educativo hacia la especialización técnica, la competitividad y la sistemática eliminación de asignaturas que pudieran dar que pensar, como la filosofía, es un hecho. Si a todos esto sumamos la educación férrea en el sentido del deber, la ecuación es perfecta.

El resultado son sociedades perfectamente ordenadas y estructuradas donde la posibilidad de poner en cuestión el modelo es muy baja. Mientras el talento y el esfuerzo individual se pone al servicio del engranaje productivo, la enfermedad mental avanza ya que, individualmente, se traiciona a la esencia del “Ser” que queda asfixiada por el “Sentimiento del deber cumplido”. Un “Deber” diseñado por el poder económico y que le oferta servidumbre, sin pedirlo.

Este modelo educativo, aunque muy rentable para la economía, es pernicioso para la mente ya que no permite la espontaneidad suficiente al individuo, para descubrir un camino más acorde con sus aptitudes o apetencias.

La apuesta es la aplicación de otro modelo de enseñanza acorde con lo expuesto y el diseño de “El índice de felicidad per cápita” por habitante. Este índice debiera ser, y parece lógico, el dato más importante para reconocer a las grandes potencias.

Una pregunta al aire. ¿Que gobierno estaría dispuesto a apoyar un plan de rescate que pusiera en práctica la “Lista Quijote”? Mientras esperamos a que esto ocurra, seguiremos sufriendo las consecuencias del otro plan, “El Plan Paulson”(1). ■

(1) El “Plan Paulson” es el multimillonario plan de rescate financiero presentado por el gobierno estadounidense para hacer frente a la crisis.

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