miércoles, 29 de mayo de 2013

Capítulo décimo-quinto de una serie de relatos autónomos y articulables entre sí

por Jose Luis Díaz Arroyo - El Faro Crítico

Había uno y varios. Nicolette no contaba. De entre los que asomaban, en la siguiente ponía “Buenos días sean”, en la tercera “Si es que sí seguiremos igual” y, ya en la última, “Recoga los restos antes de entrar, gracias”. Lo siguiente que Nicolette pudo apreciar fue la ruptura del pasillo en una curva a la izquierda potenciada por luces parpadeantes de tono verdoso pálido. Sólo había una luz, e incluso estaba centrada en el pasillo, así que resultó sencillo poder adecuar el intervalo de su necesario parpadeo con la alternancia constante de la luz para no quedarse a oscuras con los ojos abiertos. Casi en un descuido, en un ligero vizqueo zancadilleado, chocó con un sillón. Tres sillas altas de madera vieja con respaldo de cuero. Chocó con la silla pero saltó el asentado. Una chica de pelo muy largo y muy pelirrojo que hablaba en acento ajeno con los ocupantes de los otros dos sillones. Un paso atrás y una disculpa entre dientes permitió que Nicolette ganara algo de campo de entendimiento. Tal vez también que pudiera recordar algo de las lejanas clases de portugués que ayudase a atender a aquel trío. “¿Serán vecinos nuevos?”, pensó y dio otro paso atrás para no molestar. Los otros dos de los tres miraban a la chica pelirroja. Sus posiciones no formaban figura regular alguna. Tampoco hablaban. Al menos, no movían los labios. Escuchaban como si les estuviesen recitando de carrerilla la lección el día antes de un examen. Incluso como si ya fuesen el mismo tribunal. Sólo asentían. Asentían a la par. Nicolette miraba.

Tantas luces, letreros y gentes nuevas de golpe no agradaron en exceso a Nicolette. Resultaron sobretodo incómodos. Mucho más de lo que podía soportar un sábado a las cinco de la manaña tras una noche fiesta. Así que sin mucho cuidado finalmente los evitó encaminándose hacia las escaleras. “Igual no tenía que haber tomado los dos últimos chupitos… mejor hubiera sido haber cogido el ascensor…” se dijo de nuevo mientras llegaba a su planta. Pronto, sin tiempo para llegar a la cama, ya dormía.

Fue una pena que ella, que tan bien solía recordar sus experiencias oníricas, que tanto gustaba de relatarlas a sus conocidos frente al fuego, no recordase nada de lo soñado entonces. Despertó y los esfuerzos memorísticos no hallaron rastro del sueño ni de las tres o cuatro horas antes de dormirse. Eso o es que lo soñado y pensado recientemente era demasiado poco hiriente como para ser marcado, reconocido y, por tanto, recordado como nuevo. Sí, claro que Nicolette recordó esa mañana cosas inmediatas, pero tan parecidas a lo que pensaba y hacía a menudo que se confundían entre sí. ¿Es esto soñado o vivido, pensado o exigido por el tequila? Suena la alarma del móvil, Nicolette se levanta, orina y come dos tostadas y un café enorme. Después irá al centro de búsqueda de ocupación, comerá en una hora la ensalada de pasta que se preparó ayer, volverá al centro y, antes de regresar de nuevo a su piso ya casi echada la noche, pasará por clases de canto. De inmediato se percibe rutina, es repetición. Un lunes es como un martes y, aunque el miércoles varíe, los jueves ya se parecen a los viernes. Está sola, ya lo sabe todo, ya lo ha hecho todo. Se despierta la curiosidad por lo absolutamente nuevo. Y se aburre, lo primero de aburrirse tanto, pero solo pudiendo aburrirse, es decir, en camino al no aburrimiento que supone la curiosidad. ¿Los fines de semana? Sí, estar con su novio ayuda a continuar por ahí dado el carácter tan aventurero y edulcorante que exhibe el chaval.

Y no es que Nicolette no gustase de novedades. No costaba mucho reconocerla metateorizando sobre sí diciendo “si no es diferente no lo quiero y si no rima con algo conocido me da asco”, como uno de los lemas principales que extendía tranquilamente a animales, dioses y piedras. Aunque tenía muchos lemas. Tantos y tan mezclados que a menudo a algún oyente lo suficientemente analítico le podría resultar en conjunto confusos sino contradictorios. Nada que ver a pesar de que, tal vez incluso también debido a la agitación que conllevaba que esa noche Nicolette no hubiera dormido más de una hora antes de salir el sol y solamente otras dos después, lo primero que pensó cuando se levantó fue algo así como “Ay, estoy cansada, no me gusta como soy, no me gusta lo que hago, soy tan feliz… nada”, para así, así, así, así… continuar durante un largo rato. No había allí mucho más que el hecho de que Nicolette hubiera dejado atrás varias veces todo lo que la constituía. Esa misma mañana, insistimos, ya lo había hecho en varias ocasiones. Lo que en esos casos quedaba de ella, porque algo había de quedar, no era demasiado, sobretodo, claro está, para ella misma. Si no, no habría pseudo-deseo de olvido absoluto. Falta de memoria, con-fusión, o, tal vez a la par, invariabilidad del registro de lo registrado, bajas temperaturas. No se aburría de, o más bien siempre estaba orientada a, el aturdimiento de eso que permanecía. En esto podría tener que ver el que el aturdimiento tomara formas sumamente curiosas. No la valía actualizarse sobre lo que ocurría en su barrio mundial a través de la tele, leyendo un diario o en mallas sociales. Ni siquiera bajando a la peluquería para, ya de paso, hacerse un cambio de look. No, Nicolette buscaba maneras de atontamiento mucho menos usuales, por ahí iba el asunto. De hecho, la curiosidad ante lo rabiosamente nuevo, en definitiva, fue lo que finalmente la constituyó en la continua falta de constitución en la que andaba.
Mecerse en una nana. Necesitar un poco de agitación para dormir. Y esperar al final del mundo. Confiar en que habrá maremotos. Una gran sacudida. Una o varias. Cuando lo seco y lo húmedo no se distingan. Fuera sí. Dentro no. Dentro sí. Fuera. No hay lugar para el rezo. Tanto hemos rezado. No vienen ya peregrinos de tierras lejanas. Tanto se nos ha rezado. Luces, músicas y estrellas. Vuelve la nana. ¿Y si tuviera otro nombre? ¿Uno menos cacofónico? ¿Tal vez uno que dejara inspirar por la nariz mientras se pronuncia?
Rana, cana, gana, lana, pana, vana, mana, sana. Uno largo y que cueste. Caracol. Un caracol antes de ir a dormir. Un caracol para dormir el sueno y despertar la ventisca. Un caracol a des-hora. Coger el paraguas triangular o el periodico del día y caer en la cuenta de que están demasiado. Caer en la cuenta. Estar viscoso. Incluso sentarse sobre el caracol. Aplastarlo. ¿Dejar que regenere? Que se pegue bien a nosotros. Sin concha en espiral no hay vida. Sin morada no hay. Como mucho una plasta pegada al bolsillo de un pantalón vaquero. Te llevo conmigo. A cuestas. ¿Convierte eso en caracol? Vuelve la nana.
Naja, nasa, napa, nada. Nada. Res-guardar-se. Hacerlo dos veces. Y que la tercera sea al menos tan mala como la segunda. No hay cuarta. Así no puede estropearse la tercera. Eso sí. Ya lo estaba desde la primera. Pensar que cualquier otra vida sería mejor. Hay muchas otras. Pero todas. En esta vida o en otra. Todas. Que se acaben ya. Ninguna dura. ¿Y entonces?
Papa, mama, caca, rara, baba, lala, jaja. Apuntar a los extremos de una sonrisa. Los picos altos del extremo. El entusiasmo del límite del fin del mundo cada día. Cuidado en la espera. Desconfigurar el rostro de una sombra. Dejar que el sol sombree. Incluso que deje marca. De las que son. Sin copyright. Sin marca de gafa de sol. Y sin sombra de ojos. Con ojeras es suficiente. Echar un vistazo al escuerzo. Y pensar que un árbol sin hojas también da sombra. Abriga y cobija. Desgarra la corteza que cubre corteza. ¿Quién se esfuerza por en-cubrir lo que da cobertura? Un fogonazo. Mejor si es fugaz. Señala y en-cubre. El fin finito del mundo. Un sofoco en erupción a ráfagas. También con olor a azufre y pesticidas.

¿Por qué rezuma si no tiene nariz?
¿A dónde apunta si no susurra?
¿Para qué susurra si no escucha gritos?
Si no tiene boca, ¿por qué no para de preguntar?
Grita, luego no grites de nuevo
Grita esta ocasión para siempre

¿Cuándo aclararás tu voz sino dejas de gritar?
¿Cuántos latidos exiges para pensar vida?
¿Hasta qué día andarás antes de jugar a pisar los pies del de al lado?
Si únicamente tienes luz, ¿por qué no paras de mirar?
Vive, luego no vivas de nuevo
Vive esta ocasión para siempre

¿Hasta cuándo inferir nuestras vidas nos obligará a vivir así?
¿En qué hora reinventar cerebros dejó de ser reventarlos?
¿Cómo algo que empieza tan pronto puede ser tan imperfecto?
Si la capucha no le permite escuchar, ¿por qué sonríe?
Sonríe, luego no sonrías de nuevo
Sonríe esta ocasión para siempre

¿Desde quién cabe recibir agradecimientos en una sonrisa?
¿Cabe una sonrisa en un tonel de helado derretido?
¿Entre cuántos puede ser soportable congelar un tubo de escape?
Si han leído y saben tanto, ¿por qué no desaparecen de una vez?
Soporta, luego no soportes de nuevo
Resiste esta ocasión para siempre

Si el suelo está tan pisado, ¿cómo pretenden encontrar huellas?
Si disecciona vidas ajenas déjale que llegue a la suya
Si tritura todo con el estómago, ¿por qué le seguimos dando de comer?
Si enferma con el contacto, ¿por qué no aspiras profundo el olor a pegamento?
Si el regreso no promete demasiado empeñémonos en distanciarnos en ellos
Si no tiene pies, ¿por qué no nos deja bailar?
Baila, luego no bailes de nuevo
Baila esta ocasión para siempre

Decimos que sí, y con ello asumimos una carga que Nicolette solo podría, y muy malamente, imaginar, estaba muerta cuando se repitió a sí misma aquello. Y eso que por des-gracia sólo en raras ocasiones le es dado a uno presenciar la muerte sin que aquello muerto de él en tal instante conlleve la exigencia de hacerlo comunicable a otros. Auque si más poco usual aùn es que esos otros reciban bien la cuestión sin necesidad de acompañar el relato de luces de colores oscuros, alguna que otra lágrima avergonzada o un duelo al amanecer, lo que los receptores y la propia Nicolette sí tomarían como natural en tal caso es un contra-milagro, la propuesta de matar a la muerte o simplemente dejarla morir entre palmas y palmaditas, para, tal vez todavía con el suficiente tiempo, recontrarear el milagro y resucitar a la muerte de la muerte, es decir, seguir viviendo como si no hubiera preguntas vivas. Así, la contranaturalidad superadora de lo sobrenatural que era su vida como toma de la continua apertura de la curiosidad al milagro, a la búsqueda perenne de lo absolutamente cambiante cada vez, obró unos cuantos milagros esa mañana. Lo normal.

Sin poder contar como tal el despertarse, abrir los ojos y notar que el sol también, de nuevo, había salido, ni mucho menos el sentarse al borde de la cama con las piernas relajadas y, tras acariciarse durante un par de minutos la parte interna de los muslos, la boca de la vagina y el clítoris, gemir un par de veces de placer, lo primero sí percibido como milagro milagrísimo esa mañana fue la simultaneidad de su último gemido con el timbre del intercomunicador. Solapamiento primero. El timbre siguió sonando durante un minuto porque Nicolette no tenía contratada la activación de respuesta por voz. De manera que se subió muy rápido las braguitas para no tropezarse mientras se acercaba al cuadro de botones de la pared. “Sí, ¿quién es?” fue su original respuesta al timbre. El segundo no tardó pero tardó algo, fue después, segundo solapamiento ahora entre su precaria situación económica y que la llamada fuese de una oferta de trabajo.

- Hemos analizado su curriculum vitae y creemos que sería ideal para el puesto...
- ¿Y cómo dice que se llama la empresa?
- “Pedrito el pollito”, líderes en generación de ple-pollo.
- No recuerdo haber enviado ningún curriculum, tal vez haya sido el centro de…
- …no se preocupe, tenemos muy buenas referencias suyas y creemos que sería ideal para el puesto.
- Ya… eso ya …
- …no se preocupe, tenemos muy buenas referencias suyas y queremos que empiece de inmediato.
- Bueno, ahora estoy en casa, tal vez manana mismo podríamos tener una entrevista personal y…
- …queremos que empiece de inmediato, esta misma mañana si puede ser, ¿podría estar en media hora aquí?
- ¿Media hora?
- Sí, queremos que empiece de inmediato, hemos analizado su curriculum y creemos que sería ideal para el puesto. Según nuestra información usted vive en Peroné, 23, 7° I.
- Sí.
- ¿Podría estar usted en quince minutos aquí?
- ¿Pero dónde?
- Calle Peroné, 23, 6 H.
- ¿Cómo?
-  Peroné 23. Nos instalamos ayer mismo y hoy comenzamos a producir. Hemos tenido una baja de última hora, ¿podría estar usted en quince minutos aquí?

Nicolette no le dió muchas vueltas. Solamente dos y en idéntica dirección, la que le llevaba a obviar que aunque en general el camino de vuelta siempre le dejase a uno en la misma situación de partida, sólo la ida serena del salirse de sí para seguir siendo permitía que la vuelta acogiera a la ida aireándola y evitar así que no supusiese elemental pastiche de lo que todavía no había sido, es decir, la dirección que llevaba de su cama a la ducha y de allí al armario para escoger muy rápido algo de ropa elegante para su primer día de trabajo. Ahí estaba el enganche, el atractivo de lo inesperado en forma de reto. Y la curiosidad. El reto era ser capaz de ser muy rápida y cumplidora de la meta impuesta por ese casi cualquiera que, eso sí, cubría la necesidad tan general de tener vida que se le presentaba. Y el reto también, ya se sabe, era agotar el reto cuanto antes para colocarse en otro. Así que poco más de 12 minutos después de colgar el teléfono, Nicolette todavía con el pelo húmedo ya estaba tocando a la puerta del 6 I. La puerta que rezaba “Director de recursos, esté dispuesto antes de llamar, y llame antes de entrar” se abrió. Una caja de zapatos metálica que flotaba en el aire apareció tras ella. La caja guiñó una luz roja de su frontal dos veces y reguló su altura hasta situarse a la de los ojos de Nicolette. “Nicolette Fernandez del Pino, ¿verdad?” dijo con cálida voz varonil, y le invitó a seguir su trazo en el aire hasta su futuro puesto de trabajo. Frente a la puerta del sexto derecha Nicolette detuvo al Director de recursos.
- Verá, todavía no sé qué tengo que hacer, ni cuál es el horario o las condiciones…
- No te preocupes, harás tu trabajo perfectamente. Necesitamos que empiece de inmediato, así que no podemos perder mucho tiempo. Entiéndelo, le indicaremos ahora lo justo para que realices bien tu tarea y poco a poco te irás dando cuenta del resto. Y sobre el contrato, condiciones y demás, tampoco te preocupes, serán de tu agrado, a medio día lo tendrás aquí. Entra, por favor.
- Vale…
- En este piso desarrollarás tu labor. Necesitarás mucho silencio así que por ahora estarás tú sola. En el letrero de esta puerta puedes poner la frase que quieras. Un frase de bienvenida, de advertencia o recordatorio, lo que prefieras. Queremos que estés como en casa…, pero pasa ya por favor.
- Cuesta respirar.
- Te acostumbrarás, al principio les pasa a todos... un momento... según mi base de datos únicamente tienes que tratar de tomar aire profundamente, mantenerlo dentro de los pulmones tres segundos y después echarlo, sí, cogerlo por la nariz y echarlo por la boca, ¿lo tienes?
- Creo que sí, ¿y algún consejo para ver algo más?, ¿no cerrar los ojos… o mejor coger una linterna?
- Buen humor, mejora la cohesión laboral... pero lo de la niebla es difícil de solucionar, para que los procesos de biosíntesis del mojado y empanado de las pechugas sean más eficientes, el ambiente tiene que tener un índice de humedad del 80 % en estos segmentos de la planta.
- Ya...
- Lo mejor que puedes hacer es orientarte siempre por esos leds del suelo. Indican las zonas de paso y los puestos de trabajo. El tuyo es el 15-J. Es la tercera puerta de la derecha...
- … pechugas… ¿de pollo?.
- Sí, a eso nos dedicamos, ¿te gusta el ple-pollo?
- Pues... no lo he comido nunca.
- No importa, cada uno en su casa hace y come lo que quiere. No te preocupes, ese es uno de los fundamentos de esta empresa… pero sí queremos trabajadores íntegros y comprometidos con su labor... que la realicen de la mejor manera posible.
- Lo habitual…
- Pero no lo queremos simplemente para sacar el mayor rendimiento y eficiencia a la inversión de la empresa en el pago de gastos, nóminas y demás, ya sabes, balanza de gastos y esas cosas… no, hay algo más y eso que aquí no hay más y menos…
- …
- … claro que hay rendimiento, ganancia y rentabilidad, tiene que haberlo, somos una empresa con ánimo de lucro y, dentro de unos límites, cuanto más, pues mejor, pero en los límites está el quid… a ver… entre la pretension de continuo crecimiento ilimitado de la ganancia a toda costa y el crecimiento discontinuo de la ganancia en un período macro suficientemente eficiente para nosotros que, ahora sí, asegure que al menos siempre haya empresa, obviamente, nos quedamos con lo segundo…. lo primero es lo primero… que al menos haya empresa, y ahí no hay, como decía, más y menos. Hay que asegurarlo, por eso es vital que realices tu trabajo a la perfección, o funciona y lo realizas a la perfección o la empresa entera se va a pique… es lo particular y privilegiado de tu posición en esta empresa. La eficiencia tiene que ser siempre la máxima posible. Te necesitamos y tú nos necesitas. Somos lo mismo. Sin uno no hay el otro. Nosotros ya te conocemos, hemos analizado meticulosamente tu curriculum. Y te queremos. Ahora tienes que ser tú quien asimile bien cómo trabajamos, que nos conozcas bien para hacer perfectamente tu labor…
- …
- … y para eso obviamente no puedes ser sin más un eslabón ciego y funcional en una cadena de producción... tienes que saber muy bien de dónde y a dónde va tu trabajo en esta planta... y qué y cómo produces.
- Vale.
- Aquí todo es perfectamente legal, no hay nada que ocultar. Es de dominio público... las carnes sintetizadas fueron catalogadas como salubres hace gobiernos... blablá blablá... y desde entonces nuestra compañía es pionera en la producción sintética de ple-pollo... blablá... a mí, como te decía, me da igual que lo comas en tu casa, eso es preocupación de las unidades de comercio y publicidad...
- Claro...
- … pero sí que tienes que estar convencido de que en lo que hacemos no hay absolutamente nada, en ningún sentido, malo ni censurable, porque si no será imposible que hagas tu trabajo en condiciones...
- Bueno, nada absolutamente en ningún sentido es mucho, ¿no?
- Desde luego, por eso somos líderes del sector... y en un sector muy competitivo. Empezando por el sabor, tratamos de hacer que el sabor de nuestro pollo se adecúe al gusto de la gente, que se ajuste a sus necesidades y no al revés. No vamos por ahí lavando la mente de la gente, hay una demanda objetiva de ple-pollo y nosotros la satisfacemos, damos soluciones a esa necesidad, eso sí, planteando una buena variedad de soluciones, para todos los gustos... actualmente derivamos siete fibras de carne de pollo diferentes combinables con otros ocho rebozados conectivos y cinco biosalsas añadidas en la última fase de saturación.
- Siete fibras, ocho rebozados conectivos y cuatro salsas...
- Son cinco, cinco biosalsas... y no hace falta que lo memorices, esto lo tienes en los apuntes que te traeremos a medio día, quédate con el espíritu de lo que te digo... tienes que entenderlo bien… bueno, estábamos con que la necesidad de ple-pollo es objetiva pero no impuesta, claro, no es que la impongamos nosotros, pero tampoco es que simplemente tratemos de cubrir esa necesidad como si apareciera por sí sola y después fuésemos capaces de delimitarla, registrarla y cubrirla para así ¿qué?, suponiendo que con la satisfacción de la necesidad no la modificásemos excepto para que continuase siendo tal cual es, ¿no cambiar nuestro esquema de producción y así perpetuarnos en el tiempo mientras continua sin variedad la necesidad? Mal asunto... ¿imaginas qué ocurriría con la competencia?, todos podrían también, antes o después con bastante garantía de éxito dada la inalterabilidad de la necesidad, conseguir suplirla, y ¿entonces?, ¿pura competencia mercantil en torno exclusivamente a lo precios?, ¿saturación del mercado por un exceso de excedente único y exclusivo?, por no hablar de esa rarísima, inalterada e inalterable  necesidad supuesta, bueno, aunque eso tal vez fuera salvable si hablásemos de una necesidad exclusivamente alimenticia, ¿cuál sería el problema si a la gente siempre le ha gustado, le gusta y, en principio, le gustará el pollo rebozado? Una vez asumida la dificultad del registro presente-futuro-pasado de ese gusto, el tal vez ilegítimo salto entre el gusto y la conducta material materializado justamente en la compra, no habría gran problema, nada cambiaría del resto de la vida de la gente si todo el mundo comiera siempre pollo rebozado, ¿no te parece?
- Bueno...
- Pero aún así, la necesidad objetiva no puede venir sólo de un lado, primero porque es imposible y segundo, insisto, porque no nos conviene. La necesidad ha de variar, pero nosotros no la generamos solitos, tampoco es que seamos nosotros y otras empresas los generadores, tampoco puede venir nunca exclusivamente dada sin más como si aceptásemos que se mueve y muta por sí sola... ya sabes, eso terminaría mal... ¿entonces?, pues lo típico, paso del plantemiento de la generación en términos absolutos de uno de los planos por el otro, al básico de conexión de ambos planos en un flujo de continua intervención mutua fuera de coordenadas de generación total alguna. De la generación al cambio conjunto. Y al cambio no controlable, claro, no predecible, es decir, meramente cuantificable. ¿Qué hacer pues?
- Buena pregunta… ahora mismo me lo estaba…
- Pues transparencia y claridad, nosotros no engañamos a nadie, ¡que nadie pueda decirnos nada!... porque si consideramos, como acabamos de decir, que la situación de interconexión entre necesidad-necesitado y proveedor de la necesidad-necesitante es inalterable en el sentido de que toda alternativa al planteamiento supondría o la desaparición de la relación y de los elementos de la misma y sus términos o una relación que ya no nos interesase a ninguno de los dos planos, puesto que además la primera opción habría de conllevar la alternativa a instaurar a la vez de la caída del anterior modelo dado que, aún tal vez no en otras coordenadas del todo respecto al supuesto modelo anterior, en cualquier caso exigiría algún tipo de satisfacción inmediata de necesidades básicas de tipo alimenticio para toda la población mundial, no nos queda otra, ¿y si no qué?, que partir y aceptar como única vía posible que la necesidad… obviamente sin entrar en tipos diferenciados netamente de necesidad porque en algún lugar hay que parar, no vamos a hacer nosotros todo el trabajo… que la necesidad varía, se genera, en el sentido de que no podemos ni queremos afirmar la inalterabilidad absoluta de la necesidad, y nosotros, en competencia con otros, nos adecuamos a ella por interés. La clave está pues en esa adecuación o interconexión. Tienes que entenderlo bien. La competencia es necesaria y pensar que si lo que nos interesa, en cuanto negocio, es eliminar todo competidor, es tan profundamente estúpido como obviar que la competitividad nos ayuda a ser más competitivos. Son dos cosas diferentes, ojo...
- Eso ya lo había escuchado…
- La competitividad, que haya una multiplicidad de rivales, nos hace mejorar, estar más alerta y adecuarnos mejor cada vez a la necesidad que muta, ser más competitivos. Al fin y al cabo, podría haber necesidad, cambiable o no, pero que no fuésemos capaces de satisfacerla, no tener éxito comercial porque, como ya decía, nosotros no generamos meramente la necesidad.
- Ya... ¿pero entonces eso de adecuarse...?
- Bien, es vital que te intereses por nuestras maneras, eso es..., mira un modo sencillo de entenderlo es aceptar que ciertamente, eso sí, en un sentido de nuevo muy vago y general y tonto, por ello fácilmente entendible por muchos, sí había ya al principio, una necesidad, necesidad material o alimenticia, si quieres, una necesidad que ya venía dada pero que, suponemos, ya entonces no paraba de cambiar en algunos aspectos pero conservándose como tal necesidad. Nosotros nos encontramos con ella, ahí ya la modificamos en alguna medida no medible porque no hay posibilidad de comparación con lo que había antes, todavía no nos habíamos encontrado con ella, pero no la generamos exclusivamente. Había ya algo, y algo además que exigía una satisfacción externa, una demanda no satisfacible por el mismo algo, y ahí entramos nosotros. Podríamos no haber hecho nada por satisfacer aquello, y no me refiero a que pudiéramos haber hecho algo para que la gente pudiera suplir esa necesidad por ellos mismos o entre ellos mismos, digamos que ese carácter de no satisfacibilidad propia, de necesidad sólo satisfacible desde fuera de lo que nos encontramos, ya formaba parte de lo que nos encontramos. No nos molestó. De hecho, no nos podía venir mal porque nosotros participábamos de ello. Nos pudimos encontrar con ello porque ya nos pertenecía, a nosotros y a la necesidad respectivamente, el estar a la espera del encuentro, respectivamente, ya como...
- Espera, espera, ¿pero a dónde quieres llegar?
- Esto es importante. Mira, no somos ningunos héroes, ni ningunos santos, no queremos serlo, no nos toca. Sólo hacemos nuestro trabajo, de la manera más digna posible, eso sí. La que mejor se adecua a la situación actual mientras no haya otra. Lo que hacemos es afianzar y asegurar el esquema, sólo eso, no nos oponemos ni negamos a nada. Y ahí es clave tu labor, que realices tu función perfectamente porque sin ella nosotros, “Pedrito el Pollito”, no estaríamos aquí, no podríamos afianzar nada dentro de nuestros intereses. Para eso, para que estemos, tú tienes que estar también como perfecto trabajador.
- Vale…
- Ya te imagiarás que uno no llega a ser líder de un sector tan competitivo de la noche a la mañana, llevamos treinta anos mejorando nuestra receta. Y en este proceso nos dimos cuenta que lo orgánico llama a lo orgánico, que la tasa media de agrabilidad del sabor de nuestro pollo crecía un veintitrés por ciento si aumentábamos el contacto animal no físico con el pollo sintetizado.
- ¿Cómo?
- Todavía no hay estudios científicos concluyentes, pero hay unos chicos en Finlandia que trabajan con esa hipótesis… bueno ellos hablan de la diferente proporción de tejido no graso que rellena el hueco entre las fibras musculares… aumentaría por la cercanía de especímenes animales en cierta parte del proceso de biosíntesis … todavía estaría por ver causas y diferenciaciones entre diversas epecies animales. Pero nosotros ya lo habíamos comprobado antes. Hemos probado con gatos, conejos, perros y hasta con gallinas y pollos. Pero nada de nada, no valía con empollar las cubetas… la tasa media de agradabilidad del sabor del ple-pollo no crecía más de un once por ciento.
- ¿No me diga que voy a tener que estar cuidando animalitos…?
- No, no. Tu trabajo va a ser estar con el ple-pollo. Porque con humanos el asunto cambia, la tasa se dispara y alcanzamos nuestro genuino sabor, el que la gente se merece porque demanda.
- Así que…
- Entra por esta puerta… está muy oscuro… sigue los leds del suelo… ¿ves esas dos cubetas del fondo?
- Sí.
- Bien pues simplemente vas a tener que estar con ellas nueve horas al día. Vas a participar en la segunda fase de biosíntesis, favoreciendo la diferenciación del tejido epitelial con tu presencia. Así que ya sabes, cerca de ellas, pero ni muy cerca ni muy lejos, lo justo, ahí donde están las marcas…
- ¿Mar…?
- … sí, en el suelo. Ahí tienes que poner los pies, ¿lo ves…? Pones los pies y luego, de pie, abrazas a las dos cubetas. Es importante que estés de pie, para que el cuerpo esté en tension y para que abraces justo a esta altura y a esa distancia. De otra manera la tasa disminuye…
- Ya…
- …el abrazo es clave…
- … claro… así que tengo que estar nueve horas al día de pie sin moverme abrazando a estas dos cubetas, en esta sala que se parece tanto a mi cuarto de estar, a oscuras y sin poder apenas respirar.
- Sí … además como ya te he dicho es clave que estés cómoda, a gusto, eso influye en tu labor, en su sabor… afecta al ple-pollo, de manera que no dudes en descansar, ir al baño o sentarte un ratito si estás cansada, confiamos en ti…
- Gracias…
- … sobretodo porque conocemos y aceptamos la finitud de cada uno, sus limitaciones… también de los tejidos orgánicos biosintetizados… y las integramos en el proceso de producción, esa es la clave de nuestro sabor, de que a la gente le encante. Sabemos que la tasa media de agradabilidad no puede crecer exponencialmente de manera ilimitada, pero tampoco lo necesitamos…, de hecho no tiene sentido plantearlo dentro de lo que estamos hablando… la adecuación, ¿recuerdas?, nos adecuamos y satisfacemos la necesidad recibiéndola, y por tanto modificándola en alguna medida, y por tanto, puestos a no poder no modificar, modificándola dentro de nuestros intereses que no son otros que el afianzamiento y aseguramiento de que siga habiendo adecuación, necesidad y nosotros. Lo mejor para todos. Y ya sabes, aceptamos que siempre habrá una necesidad de este tipo, y ahí entra el juego el valor de la tasa media como indicador de la buena adecuación, pero no que la necesidad particular de la gente, que ahora a la gente le guste el pollo como si se hubiera alimentado de pienso y manaña con sabor a chili, pueda cambiar, de hecho, partíamos de que la necesidad particular va cambiando pero permanence como tal necesidad, ¿no?  
- Ya…
- Así que no te preocupes si tienes que descansar unos minutos, por ejemplo, cada hora. Lo que también es muy importante es que mientras no estés abrazada al menos sí hables al ple-pollo, de lo que sea, eso de igual, y que cuando estés abrazada, si imaginas o piensas en algo, que ese algo te produzca placer. Piensa en cosas agradables, el ple-pollo nos lo agradecerá.
- Vale.
- Dime, ¿lo crees posible?, lo podrás hacer, ¿verdad?, estamos apostando muy fuerte por ti …
- Pues… !claro que sí! ¿Pero ya mismo?
- Por supuesto, no podemos perder tiempo. Si empiezas ahora… a las ocho de la tarde habrás terminado la jornada...
Solapamiento tercero. Todo continuó como estaba. Nicolette ya estaba preparada. Antes incluso de saber de las marcas. Puso los pies allí, en el lugar no avistante que permitía al abrazo, y se estiró apuntando hacia el techo para que la amplitud de sus extremidades fuera lo mayor posible. Nueve horas y un minuto después estaba en casa. No se demoró un instante ni en ir al baño. Tenía prisa. El día siguiente no trabajaba, era fiesta mundial, y había quedado con unas amigas para cenar.


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