lunes, 28 de diciembre de 2015

​NUESTRAS GUERRAS INVISIBLES​

Elvira Bobo - La invisibilidad de la guerra

BAUDRILLARD: "(...) la red policial planetaria que equivale a la tensión de una guerra fría universal, de una cuarta guerra mundial que se inscribe en los cuerpos y en las costumbres"[1]_______"El poder del Estado no se basa en una máquina de guerra, sino en el ejercicio de las máquinas binarias que nos atraviesan y de la máquina abstracta que nos sobrecodifica: toda una  policía".[2]

En algo estamos muy de acuerdo: la guerra, tal como la conocemos, se ha vuelto insoportable a ojos de nuestra ética "universal" y bajo el prisma de los derechos humanos, de modo que los sistemas de poder necesitan ensayar otras formas de violencia, ahora en forma de control, que ciertamente es policial, tanto en las fronteras europeas con la nueva policía continental recién inventada, cuanto en la injerencia constante en nuestras acomodadas vidas personales en forma de millones de mecanismos de control, dispositivos electrónicos, manipulaciones colectivas y gestión de datos humanos.

También las izquierdas y las derechas, como localizaciones, casi espaciales en un espacio euclidiano, actúan generando parálisis y viejas dinámicas demasiado sólidas, pesadas e inmóviles.

Estuvimos y, a veces, seguimos cómodos pensando y actuando en esas coordenadas, en estas "máquinas binarias", que, a decir de Deleuze, desembocan en "fascismos molares". Sí también nosotros, los del noalaguerra.

De este modo, nosotros mismos, los posibles críticos, los del malestar del capitalismo, los que creemos que no nos representan y que otro mundo es posible, estamos cargados de querencias, inercias que ignoramos al grito convencido de que el Otro, malo malísimo –que lo es-, siempre es peor –que nosotros-. Es tan malo que nos convierte en buenos en la maniquea higiene del pensar confortable.

Para "jugar" a la guerra, con infantería y carros de combate,  hacen falta localizaciones, bloques, objetivos, tácticas y estrategias. Agentes del bien y del mal, dicotomías que permitan trazar un nosotros/los  otros para establecer sobrecodificaciones en las que la energía psicológica fluya del amigo al enemigo y viceversa. Y cuando la guerra cesa, las balas caen y se recogen los muertos, queda el dolor, la humillación y puede que terminen de escucharse las bombas, pero nuestro modelo de lógica binaria está tan asentado como siempre.

Incluso el otro día pedíamos identificar al enemigo, al Otro que siempre necesitamos dibujar lejos, en el Otro lado, en forma de muyahidín terrorista capaz de masacre a domicilio, en el neocon que sobrevive en el gobierno estadounidense con un pie firmando bombardeos y con el otro en el consejo de administración de la empresa armamentística que le hace más que rico. O en un enemigo un poco menos personificado, el dinero en forma de barriles de petróleo que siempre funciona para explicarnos hasta por qué se inmola un terrorista, movido por los hilos de los jeques esos que sólo piensan en petrodólares.  Contra estas concepciones de la realidad no es fácil luchar, pero mentalmente nos permiten disponer de las categorías de bien y mal. Son los pequeños Edipos comunitarios que han sustituido al Edipo familiar.

Pero, como alguien decía en la pasada sesión "hay algo más", hay eso que creo que Agamben llama dispositivos, que no son otra cosa que flujos y determinaciones variables e inapresables en nuestras viejas y cómodas categorías.  Ese algo más tiene que ver con nuestras miopes preguntas​:​  ¿Cómo puede ser que un tipo que tiene acceso a internet, a viajar, al consumo y a la supuesta felicidad igual que la occidental, no esté tranquilo y feliz pseudoviviendo como nosotros? Por eso necesitamos explicarnos sus actos sometiéndolos a nuestra lógica, a la única que parece que comprendemos...y entonces sus motivaciones han de ser económicas, como las nuestras. "(...) son modalidades de un cálculo típicamente occidental. Incluso la muerte, la evaluamos en tasas de interés, en términos de relación calidad/precio. Cálculo económico que es un cálculo de miserables, que ni siquiera tienen el valor de ponerle precio"[3] Y si no logramos entender al terrorista por las motivaciones económicas, probaremos con la hipótesis de la locura, o de que sucumbió a la promesa del paraíso lleno de vírgenes, o ​que ​estaba drogado.  O sea, puede estar comprado por los malos, puede ser loco, tonto o pobre. En esos hipotéticos personajes conceptuales se nos hace digerible. Pero​,​ ​¡​ay de nosotros si nos sacan de esas explicaciones​!​  Y, a veces, sospecho que  ¡ay de nosotros, si no tuviéramos guerras en injusticias contra los que luchar! De tanto negar y, por dios hemos de hacerlo, estamos al borde de olvidar la capacidad de afirmación y de deseo. Si desaparecieran las armas, si los gobiernos escucharan el clamor del pueblo en lugar de subir la dosis ​de​ la minuciosa y sistemática propaganda, si se firmara la paz perpetua entre todos los estados del mundo...habríamos desarticulado un invento indeseable y terrorífico. Mejor dicho, lo habríamos prohibido, como soñaba Kant (para hacer posible el espacio de comercio caníbal en que nos encontramos) . PERO nuestro lenguaje y nuestra lógica seguirían cargados de las mismas dicotomías aunque no empuñáramos armas, la muerte seguiría presente en forma de ausencia de deseos. En lugar de zombies con armas, seríamos los mismos MUERTOS VIVIENTES DESARMADOS.  ¿No se parecería a ese  "Estado de paz absoluta aún más terrorífico que el de la guerra total" que apuntaba Virilio?. Para estar a la "altura" de los actos simbólicos que llevan a cabo los terroristas, habría que tener una sangre que no tenemos. Incluso los que quieren devolver a los terroristas el daño físico, pierden la batalla en lo simbólico, porque apenas podemos mantener en pie nuestros esqueletos de simulacro, incluso cuando gritamos, unidos "noalaguerra".

Pero, ¿seremos capaces de desamoldar nuestros pétreos sistemas de pensamiento para entender que la guerra no está en ellos, en el otro cosificado, en un Sujeto enorme, llámese derechas, capital, consumo o la "marca" del mal que nos guste más? Deleuze lo dice más claro, incluso generosamente más brusco y nos apela: "¿A qué juego triste y trucado juegan los que hablan de un Amo sumamente maligno para presentar de sí mismos la imagen de pensadores rigurosos, incorruptibles y "pesimistas"?" [4]

Ese  JUEGO TRISTE Y TRUCADO ¿no es también parte del engranaje de la guerra invisible?

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[1]. BAUDRILLARD: Hipótesis sobre el terrorismo, p. 63.

[2]. Op. Cit, p, 160

[3] CFR. BAUDRILLARD: El espíritu del terrorismo, p. 22-23.

[4]. DELEUZE/PARNET: Diálogos, p.165 

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